Debido a la popularidad del teflón, que se usa desde para ollas hasta en balas perforantes de blindaje, no hay escasez de su subproducto, el fluoroformo, que tiene un potencial estimado de calentamiento global 11.700 veces mayor que el dióxido de carbono. Por ello, las principales compañías químicas poseen grandes tanques con él, incapaces de liberarlo debido al daño potencial para el medio ambiente.
Surya Prakash, profesor de Química en la universidad de USC y director del 'USC Loker Hydrocarbon Research Institute', califica el flúor como "la piedra angular del descubrimiento de fármacos", ya que alrededor del 20 al 25% de fármacos que existen hoy en el mercado contienen al menos un átomo de flúor. Así, se puede encontrar en diferentes tipos de drogas, desde el 5-fluorouracilo, un tratamiento para el cáncer ampliamente utilizado, al Prozac o el Celebrex.
"Es un átomo pequeño con un gran ego", dijo Prakash, que dirigió un equipo que descubrió las condiciones precisas necesarias para convertir los efectos nocivos del fluoroformo (CF3H) en reactivos útiles, incluidos los basados en el silicio para la transferencia a CF3 eficiente. El fluoroformo con azufre elemental se convirtió también en ácido trifluorometanosulfónico, un superácido cien veces más fuerte que el ácido sulfúrico, ampliamente utilizado.