Con la llegada de la Navidad, de los regalos y de las luces, empiezan a sonar los villancicos y ¿quién no se ha preguntado alguna vez si estos animales toman agua al cantar eso de: «pero mira como beben los peces en el río». Algunos pensarán que la letra lleva razón porque que estos vertebrados abren y cierran la boca bajo el agua una y otra vez; pero lo cierto es que simplemente están respirando.
Payán, del Departamento de Zoología y Antropología de la Universidad Complutense de Madrid, ha ofrecido esta respuesta científica a esta incógnita. La conclusión afirma que, dado que los peces de río viven en agua dulce, la concentración de sales en su sangre es superior a la del medio que los rodea y, en esas condiciones, el agua tiende a fluir hacia el interior del organismo, lo que hace que no necesiten beber.
Concretamente, y aunque están dotados de diferentes barreras en su piel para ser impermeables, el agua entra osmóticamente en su cuerpo. Así, las branquias absorben sales y sus riñones, «más evolucionados», expulsan el exceso de agua produciendo un orín muy diluido.
De hecho, parece que esa cantidad de líquido que se filtra en ocasiones es incluso excesiva para estos animales que, si no fueran capaces de evitar la entrada de agua y absorbieran mucha cantidad, correrían teóricamente el riesgo de explotar.
Los que sí «vuelven a beber»
Por otro lado, se encuentran los peces del mar, que beben agua por la misma razón por la que los de río no lo hacen: tienen una concentración salina más baja que la del líquido que los rodea por lo que tienden a perder el líquido que entra en su cuerpo. Lo que les sobra a los de río les falta a los del mar que, aunque pueda parecer paradójico. corren el riesgo de deshidratarse
El profesor explica que para contrarrestar el problema «están constantemente bebiendo agua de mar» y «excretando sales» que, inevitablemente, entran en sus organismos al ingerir el líquido. Al ser la deshidratación el principal riesgo que corren besugos, merluzas y similares; los animales marinos producen muy poca orina y esa pequeña cantidad contiene una alta concentración de sales.
Según Payán, el problema de los peces de mar es exactamente opuesto al que se enfrentan los de agua dulce; por ello, la solución consiste en hacer uso del mecanismo opuesto. Sin embargo, existe un caso especial, el de los salmones, que cambian de medio dos veces en su vida y deben adaptarse, primero, a las aguas dulces y luego a las saladas.
Al cambiar de medio, la relación osmótica (la entrada y salida de agua de su cuerpo) se invierte y se producen tres cambios de comportamiento: deben beber agua, reducir la producción de orina y expulsar sales por las branquias; para lo que han de generar nuevas células.
Por todo ello, parece que el creador de este villancico no estuvo muy acertado a la hora de escribir el villancico, pues, para que este fuera correcto, debería decir más bien «pero como beben los peces en el mar».