Su victoria a primera hora de la tarde frente al Cádiz (3-0), y la abultada derrota del Barcelona en Montilivi (4-2) cierran de manera definitiva la lucha por el campeonato en la jornada 34, con aún cuatro por jugar.

Título más que merecido para los de Ancelotti, que solo han perdido un partido, el 3-1 de la primera vuelta en el Metropolitano.

El resto de números son imponentes. Ha ganado 27 partidos y ha empatado solo seis, y ha marcado 74 goles y apenas ha encajado 22, con un puntaje ahora mismo de 87. Podría alcanzar los 99, en la que sería la segunda mejor marca de la historia del club, solo por detrás de los 100 puntos del Madrid de Mourinho en la temporada 2011-2012.

También tiene la opción del pichichi, si Bellingham logra recortarle los dos goles de desventaja (18 versus 20) que tiene ahora mismo con Dovbyk. «Destaco el compromiso de todos. Ha sido sencillo manejar esta plantilla porque hay mucho compromiso, poco ego, todos se ayudan, son amigos y tenemos muy buen ambiente. Ha sido una Liga fantástica, con mucha continuidad, compromiso, actitud.

Todo ha salido perfectamente.

Gracias a nuestros jugadores, pero sobre todo a la afición que ha empujado fuerte todos los partidos.», explicó Ancelotti a RMTV tras hacerse matemático el título. «Queríamos celebrar hoy con nuestra afición, pero el madridista lo entiende.

Tenemos un reto importante el miércoles y queremos ir a Londres. La Liga la festejaremos el fin de semana todos juntos», añadió. Prudencia y calma en las palabras de Carletto, que como el resto de miembros del cuerpo técnico, así como los jugadores, algunos de ellos acompañados de sus familiares, vieron el Girona-Barcelona en uno de los palcos privados del Santiago Bernabéu.

Allí celebraron felices el título, pero en modo 'light'. Una fiesta sencilla, corta y sin alcohol en la que se cantó ‘campeones, campeones’, como mostró un vídeo subido por Eric Goes, el padre de Rodrygo, en su cuenta de Instagram. El presidente, Florentino, estuvo durante un buen tramo del partido, pero se marchó antes de que se consumara el batacazo del Barça y el título blanco.

La celebración acabó pronto y a las 20.50 horas Toni Kroos fue el primero de los jugadores que abandonó el coliseo blanco camino de su casa. Ni Cibeles ni cena. El equipo entrena hoy a las 11.00 horas en la Ciudad Deportiva de Valdebebas y el foco está ya en el decisivo partido del miércoles ante el Bayern, motivo de peso para aguantar los festejos hasta el próximo fin de semana, aunque es cierto que hace dos años no fue así.

El orden de los partidos fue clave para tomar esta medida. Hace justo 24 meses, el Madrid ganó también la Liga en una jornada situada entre la ida y la vuelta de la semifinal de Champions, en aquella ocasión contra el City, pero lo hizo dependiendo de sí mismo. Ganó al Espanyol (4-0) y no tuvo que esperar a ningún resultado más.

Por eso sí fue a Cibeles a celebrar, a pesar de que como en esta ocasión, también tenía que jugar el miércoles la vuelta de Champions y remontarle a los de Guardiola el 4-3 del Etihad, algo que acabó sucediendo: «Hace dos años estaba en nuestra mano, porque con ganar al Espanyol éramos campeones. Hoy no y no merece la pena esperar. Si debemos celebrar lo haremos el próximo domingo, algo que la afición entiende perfectamente.

A casa, tranquilidad y a pensar en el Bayern», explicó Ancelotti en la sala de prensa del Bernabéu tras la victoria frente al Cádiz. Regreso de Courtois Un triunfo en el que destacó la vuelta de Courtois. Día importante para el belga, que justo después del minuto de silencio en memoria de Pepe Portolés, histórico preparador físico del Madrid fallecido esta semana, se fundió en un emotivo abrazo con Militao.

Dos cruzados sanos de nuevo juntos sobre el verde del Bernabéu. Era todo tan nuevo para Thibaut que uno de los ayudantes de Ancelotti tuvo que acercarle una botella de agua a su portería, de esas que habitualmente se colocan los porteros al lado de la red. Courtois es ahora mismo como ese alumno que viene de un intenso y largo verano y el primer día se deja el estuche en casa. Eso no quiere decir que se le haya olvidado parar.

En el único disparo a puerta del Cádiz, en el minuto 50, y aún con 0-0, le sacó un mano a mano a Chris Ramos. Acción de mucho mérito del belga que supone un impulso emocional para lo que viene, que quizás es una final de Champions. Para eso, el Madrid debe eliminar al Bayern. Las celebraciones pueden esperar.