Es excéntrico, osado, creativo, diferente... pero aquel discurso incoherente, al que no le faltó un eructo mientras a duras penas se aferraba al micrófono para no desplomarse, ya era demasiado. Johnny Depp (51 años) subió borracho al escenario el pasado 16 de noviembre, cuando presentó el premio al Mejor Documental en los Hollywood Awards en Los Ángeles. La cara del galardonado –el productor y representante Shep Gordon–, al que Depp se refirió como «mi amigo», era un poema. Incluso, la CBS, cadena que emitía la gala, cortó la retransmisión y plantó un anuncio antes de que Depp acabara su diatriba. Pero ahí estaban las redes sociales, para expandir y reproducir el momento miles de veces en internet.
Ni él ni su mánager se pronunciaron de inmediato sobre semejante melopea. Días más tarde, Depp se justificó en una entrevista concedida la revista «Details». A la pregunta de cómo se sentía en la industria del cine, lo dejó bien claro: «Como un perro de carreras. Esperan que estés a la altura después de una carrera en la que resulta que ganaste accidentalmente. Desde ese primer segundo, no eres nada más que mercancía. Tienen expectativas con otros Piratas... Es genial si funciona. Tío, es tremendo. Pero, Dios, tener eso como tu sello… Soy jodidamente tímido, tío. Vivo, en cierto modo, como un fugitivo. No me gustan las reuniones sociales. Cada vez tengo menos oportunidades de observar, porque es a mí a quien observan. Puedo aceptar ser un fugitivo durante un tiempo, pero no sé cuánto más puede un ser humano aguantar eso. Los actores, básicamente, tienen que ir de puerta en puerta vendiendo su culo para vender la película».
El pasado sábado, días después de que el tabloide norteamericano «National Enquirer» publicara que su actual pareja, Amber Heard (28), le había dado un ultimátum, Depp reaccionó: se apartaba del cine para superar su adicción al alcohol.
Tras el bochorno de los Hollywood Awards, los primeros signos del retiro de Johnny Depp llegaron el 9 de diciembre, al ausentarse del estreno de su última película, «Into the Woods». «Los productores han autorizado a Johnny a no promocionar el filme, en parte debido a su situación personal y familiar», confirmó una fuente del actor.
Mi admirado Brando
Dicen que Robert De Niro admiraba a Marlon Brando, quien a su vez era fan de Johnny Depp, con quien actuó en «Don Juan de Marco», cinta producida por Francis Ford Coppola en 1995. El círculo se cerraba con la adoración que Depp profesa al gran Brando. Más allá del entusiasmo que unos y otros despertaban entre sí, en la entrevista concedida a «Details» el actor incidía en su alegato de autodefensa: «Lo realmente satisfactorio es, como Marlon (Brando), llegar a un punto en el que simplemente todo te importa una mierda. Primero, llegué a un punto donde me importaba todo muchísimo. Entonces, eso se vuelve asfixiante. Hasta que ocurre algo genial: te importa lo suficiente para que no te importe una mierda, porque eso es la liberación total».
Johnny Depp siempre fue uno de los tipos más queridos, respetados y discretos de Hollywood. Un matrimonio fugaz a principios de los 80 con la maquilladora Lori Anne Allison dio paso a dos noviazgos mediáticos: Winona Ryder, cuando estaba en lo más alto de su popularidad, y la modelo Kate Moss. Hasta que la cantante y actriz francesa Vanessa Paradis (42) llegó a su vida en 1998. Durante 14 años convivieron entre París y una casa de campo en Plan de la Tour; tuvieron dos hijos (Lily-Rose, que acaba de debutar en el cine, y Jack) y en 2012 sorprendieron con un comunicado conjunto en el que confirmaban su ruptura. Solo Vanessa dio sus razones a través de la revista «Elle»: «No tengo la fórmula de la felicidad, creo que el amor es tener ganas». Depp busca ahora su receta para no morir de éxito.
ABC