A todos los que la necesitan como medio de permanencia en la política o como masa muscular para hacer riqueza. La pobreza, es buena para los imperialistas, anti imperialistas, pitiyankees o anti yankees. Y si es pobreza extrema mejor. Las ganancias son mas extremas.
La pobreza es dócil, maleable, manipulable, sensible, emocional, cómoda, ingenua y buenisima, para ser llevados por esperanzas terrenales y extra terrenales. La pobreza, es un estilo de vida. Más que física, la pobreza es mental, es una creencia colectiva, donde todos supuestamente somos minusválidos, incapaces de valernos por nuestros propios medios, de avanzar en la vida o de progresar.
Se percibe como un estado aletargado de la mente, que hace mover el cuerpo casi de manera instintiva. Para no decir, primitiva. La pobreza además, crece, se reproduce, de manera solitaria o inducida. Pero sea cualquiera de sus formas, siempre es útil. Quien tiene para sí, un pedazo de pobreza controlada, tiene un camino seguro para el éxito. Allí, se cumple, el dicho: dime de cuanta pobreza dominas y te diré de cuanto es tu riqueza.
Contra la pobreza, todos luchamos, todos queremos salvar a los pobres. Morimos y vivimos por ayudar a los pobres.
¿Quién no quiere a los pobres?
Pero tanto agite ¿por qué? Simple: Manejar, manipular pobreza es uno de los mejores negocios del mundo. Es la gran industria. Es tener súbditos, siervos baratos, ejércitos de zombis privados, eternos seguidores, que se hacen incondicionales bajo la promesa, que esa pobreza desaparecerá algún día, siempre y cuando se dejen guiar, por su amo, líder, pastor, jefe, padre, o como se hagan llamar los propietarios de esa pobreza en particular.
Lo que no saben los pobres, es que los últimos interesados en acabar con la pobreza, son los mismos que prometen luchar contra ella. La pobreza es como el cuento del “coco”. Ahí viene el coco, vamos todos a luchar contra el “coco”, dice el líder, y sorprende a todos, por su elocuencia, arrojo y valentía, pero eso si, que nadie aniquile al “coco”, porque sin el “coco”, ya no habría líder a quien seguir y se acabarían las prebendas.
La pobreza es una verdad que todos lo saben pero nadie lo dice. La saben los mismos pobres, y los copropietarios de esas pobrezas. Pero se oculta, se disimula, todos se hacen los desentendidos, para que fluya sin mayor tropiezo, la perversa relación entre pobreza y copropietarios.
La pobreza también ha hecho su aporte lingüístico a la humanidad, al acuñar, sus propias palabras e integrarlas al lenguaje cotidiano: cachifas, cachifiando, pobrecitos, pobre diablo, pobretón, “in cobrito", pelao, “no money”, “muerto de hambre”, “pata en el suelo”, miserable, lambuceo, y muchas otras mas. También con ella, ha nacido una nueva ciencia: Administración de la Pobreza, con su respectivo MBP, con mucho más potencial y futuro que la ya desgastada Administración de Empresas y su MBA.
Finalmente, hemos descubierto que el mundo no se divide entre pobres y ricos. El mundo se divide entre copropietarios de pobreza y la pobreza que se arrima al mejor postor. O mejor dicho, pobreza cómoda. Los que no estamos alineados a ninguna de esas dos categorías, somos simplemente unos pobres desadaptados.