tras advertirle de que se encontraba en "aguas territoriales británicas", según han relatado a El Confidencial testigos presenciales.
Faltaban pocos minutos para las 12 de la noche cuando la Royal Navy -la Armada del Reino Unido, que cuenta con una base permanente en Gibraltar-, envió un mensaje por radio a la patrullera de la Guardia Civil exigiéndole que abandonase la zona "de manera inmediata". No hubo respuesta, y los militares británicos lanzaron una segunda advertencia. De nuevo silencio. La Royal Navy insistió por tercera vez. Y, ahora sí, los agentes españoles replicaron con un escueto "¡vale!" y pusieron rumbo a Algeciras.
El incidente se produjo tan sólo 24 horas después de que el Gobierno cancelase el viaje de la reina Doña Sofía a Gran Bretaña, donde iba a participar en los actos conmemorativos del 60º aniversario de la coronación de Isabel II. La suspensión del viaje fue la respuesta de Madrid a las trabas impuestas por Gibraltar a los pescadores andaluces que faenan en la zona y, sobre todo, a la anunciada visita al Peñón del príncipe Eduardo, hijo menor de la soberana británica, el próximo mes de junio.
La comunicación por radio entre la Royal Navy y la Guardia Civil (ver vídeo) fue captada por un equipo de la Gibraltar Broadcasting Corporation (GBC), uno de cuyos reporteros, Johnathan Scott, fue testigo presencial del grave incidente. Precisamente el diario británico The Times alertaba en su edición del jueves, como adelantó El Confidencial, del riesgo de un "choque militar" entre el Reino Unido y España en las aguas que rodean a la colonia, una información que fue calificada de "auténtico disparate" por el Gobierno español.
En la grabación de la GBC se escucha al "mando de operaciones marítimas" de la Royal Navy advertir a la patrullera de la Guardia Civil que se encuentra a "600 yardas al oeste de la bahía sur", un punto del Peñón conocido como Detached Mole. Los militares avisan hasta tres veces a la embarcación española de que "acaba de entrar en aguas territoriales británicas de Gibraltar", y le exigen que "abandone la zona de manera inmediata", no sin antes informar a los agentes de que su incursión ha sido comunicada a "una autoridad nacional superior", sin especificar de cuál se trata.
La 'zona prohibida'
Todo empezó alrededor de las 21.00 horas del pasado jueves, cuando una decena de pesqueros procedentes de Algeciras comenzó a faenar a unos 400 metros del Detached Mole, una zona marítima que el Gobierno gibraltareño de Fabian Picardo veta desde hace cuatro meses a las embarcaciones españolas por considerar que se encuentra en sus aguas territoriales. El Ejecutivo de Madrid jamás ha reconocido esa jurisdicción porque viola el Tratado de Utrecht, que limita el territorio cedido a Gran Bretaña en 1713 a la ciudad, el castillo y el puerto de la Roca.
Tras percatarse de la presencia de los pesqueros españoles, varias patrulleras de la policía del Peñón -la Royal Gibraltar Police- se dirigieron a la zona prohibida para comunicar a sus tripulantes que debían abandonar esa posición. Según relató a El Confidencial el reportero de la GBC, los pescadores, lejos de cumplir las órdenes de la policía gribaltareña, avisaron por radio a la Guardia Civil de que estaban siendo hostigados por aquélla, y sobre las 23.30 horas una patrullera del instituto armado llegó a la zona para darles protección.
Las patrulleras de la Royal Gibraltar Police, según Scott, informaron a la Guardia Civil de que debía conminar a los pescadores a retirarse. Media hora después, y en vista de que las embarcaciones españolas seguían haciendo caso omiso de las advertencias de la policía del Peñón, ésta pidió apoyo a la Royal Navy. Fue entonces cuando la Armada británica exigió a la Guardia Civil que abandonase "de manera inmediata" la zona. A las 00.10 horas de la madrugada del viernes, aproximadamente, los pesqueros españoles, escoltados por la Guardia Civil, iniciaron el regreso a Algeciras.
La escalada de la tensión entre el Reino Unido y España coincide con el endurecimiento de los controles fronterizos que la Guardia Civil y la Policía Nacional realizan a los vehículos que tratan de cruzar la Verja, lo que ha provocado interminables colas y largas esperas en los últimos días. La medida ha desatado un profundo malestar entre los habitantes de la colonia, y el primer ministro gibraltareño, Picardo, ya ha advertido que "si España cree que así va a hacer cambiar la postura de Gibraltar, se equivoca".