La ya desempleada Laura Odes cuenta que fue su coordinadora la que le sugirió «que se aplastara los pechos» o que «se los tapara un poco más», visto el tamaño de los mismos.
Odes se defiende asegurando que cuando entró en la empresa preguntó si había algún código de atuendo diario de los empleados y quien la contrató se limitó a decirle que «mirase alrededor y viera lo que todo el mundo llevaba».
Es por esto que Laura decidió vestirse de manera casual, con prendas deportivas que al parecer no han convencido a los dueños de la empresa que han decidido ponerla de patitas en la calle después de mandarle a comprarse un «sueter que le llegara hasta los pies».
Ahora esta joven está pensando en denunciar a la empresa por tratar de «imponer sus creencias religiosas en un negocio y no en una sinagoga».