El cardenal italiano Parolin añadió que se siente “muy triste por el resultado” —un 62% de los votantes apoyaron el matrimonio gay y un 37% apostaron por el no— y animó a la Iglesia a reaccionar. “El arzobispo de Dublín”, añadió el secretario de Estado durante un acto de la fundación de Centesimus Annus, “ha dicho que la Iglesia debe tener en cuenta esta realidad, pero a mí me parece que la debe tener en el sentido de reforzar su esfuerzo por evangelizar. La familia tiene que seguir estando en el centro, y debemos defenderla, tutelarla y promoverla. El futuro de la humanidad y de la Iglesia depende de la familia. Golpearla sería como quitar los cimientos del edificio del futuro”.
Las palabras de Pietro Parolin llaman la atención por dos aspectos. En primer lugar, el actual secretario de Estado no suele prodigarse en público, y mucho menos con esa rotundidad. Su labor hasta ahora ha sido la de sostener de forma callada, casi invisible, los esfuerzos del Papa por renovar la Iglesia y, sobre todo, por poner la maquinaria diplomática del Vaticano al servicio de la paz.
El cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, en una entrevista al diario La Repubblica—que la Iglesia se sigue negando a las uniones civiles. "Nosotros creemos", advierte Bagnasco, "en la familia que nace de la unión estable entre un hombre y una mujer, pontencialmente abierta a la vida; esta unión, que constituye un bien esencial para la sociedad, no es equiparable a otras formas de convivencia".
Tal vez las palabras de Pietro Parolin se puedan explicar por el temor de la Iglesia a que el resultado del referéndum irlandés pueda provocar un efecto dominó en el resto de Europa.