Un zoom in. Pável capta el desmadre entre policías y manifestantes antipeñistas en la valla colocada en Mariano Otero, hacia el norte. Prefiere acercarse. Lo hace más y más. Cámara en mano, Pável está a escasos metros de una escena en la que un policía y un manifestante forcejean. Tiene la toma perfecta hasta que otro policía se planta frente a él, intenta quitarle el celular. Los cuadros siguientes toman el piso, el uniforme del policía, una mano, una discusión con el dueño del móvil. Fin.
El “director de la película”, Pável, fue subido a una patrulla de la policía de Guadalajara por grabar un video. Ulises, su hermano, también se trepó. “Si te lo llevas a él me llevas a mi también”, dijo.
Y los dos, que minutos antes iban a entrar a la FIL donde habían quedado de encontrarse con Martha, una prima de Alejandra, la esposa de Ulises –que acompañaba a los hermanos–, ingresaron, pero a las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJ), en la Calle 14, el sábado por la noche.
Son las 12 horas del domingo, un día después del enfrentamiento entre policías y manifestantes que dejó 27 detenidos. Sus familiares no han podido verlos, no saben en qué condiciones se encuentran.
Desde el sábado por la tarde, la mayoría de los parientes recibieron mensajes: primero que estaban en los separos de la Calzada Independencia, luego que en la zona 7 sobre Cruz del Sur y al final, acabaron en la Calle 14. Un caos de información.
Alejandra, la esposa de Ulises, ha pasado la noche afuera de la Procuraduría. Ella y Martha, lograron obtener el celular con el que han mostrado los cinco minutos de película –no ficción– grabada por Pável. Saben por un contacto al interior de la fiscalía que no han sido golpeados.
Ulises Ocampo Núñez de 32 años y Pável Ocampo Núñez, de 28, son ingenerios.
Asma y violencia psicológica
Estefanía Nataly Bedoy Rivera, de 19 años de edad, es asmática. La noche del sábado para amanecer domingo en la PGJ, la pasó sin el medicamento que le impide tener esos episodios en los que el aire parece que no entra al cuerpo.
Estefanía es una de las nueve mujeres detenidas afuera de la FIL.
Su padre, como los demás familiares y amigos de los 27 detenidos, han peregrinado de la Calzada Independencia a Cruz del Sur; y de Cruz del Sur hasta la 14. Y obtienen todos la misma respuesta de las autoridades: nadie sabe nada. En el mejor de los casos, les dicen que “en un momento ya podrán verlos”. Han pasado más de 18 horas desde entonces.
El único intercambio verbal entre ellos ha sido a través de gritos en el aire, que han traspasado la pared que divide la banqueta y el patio interior de la Procuraduría. “No declares si no está tu abogado”, gritan los familiares a los que están allá adentro.
Y los detenidos cantan, lo cual parece molestar a las autoridades que los han traído de un lado a otro del patio, diciéndoles de cosas.
“Ahí tenían a la gente, en el patio, pero a las mujeres, son las que más han agredido. Unos policías, no sé quiénes serían, les han faltado el respeto sexualmente, eso no se vale”, relató Adolfo Bedoy, padre de Estafanía. Desde el pequeño hueco de un portón, pudo ver a su hija.
En la madrugada de ayer, dos menores de edad fueron liberados. Pagaron una multa cercana a los 500 pesos. En principio, querían cobrarles cuatro mil 500 pesos por delitos que van desde daños a propiedad hasta las lesiones de policías. Los muchachos, al salir, relataron a los abogados que algunos policías se han “pasado” con las mujeres.
“Palabras obscenas sexuales”, dice Alejandra Cartagena, abogada de las detenidas. No ahonda en detalles ni en qué palabras han dicho los gendarmes para torturarlas psicológicamente.
Cartagena detalla que cerca de 10 policías de Guadalajara han rendido una declaración ante el Ministerio Público. Hasta guardabosques han plasmado la suya. La abogada prevé que la mayoría de los detenidos saldrán tras pagar una fianza. Y estima, que entre tres y cuatro personas serán sentenciadas, para demostrar que en Jalisco existe el “Estado de derecho”.
También refiere que ha solicitado 11 veces, la presencia de un médico de la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Nada.
Oxxos y un “te quiero pá”
Poco después de las 18:30 horas del sábado, cuando parecía que todo había terminado en el cruce de Mariano Otero y Las Rosas, la policía buscó por todos lados quién la pagara. Hasta en los Oxxos.
Las tiendas cercanas fueron testigo de cómo llegaron, encontraron manifestantes y se los llevaron.
Así sucedió con Tzinzuni Varela, de 19 años. La detuvieron en un Oxxo, a unos metros del Puente Atirantado. Igual le fue a Helena Amaranta Barragán Ávila, de 27 años. A ella la sorprendieron en un Oxxo de Lázaro Cárdenas y Mariano Otero. Se la llevaron porque, al igual que Pável, estaba grabando a los policías en plena acción.
Frente a la Procuraduría, los familiares esperan saber qué diablos va a pasar con los detenidos. Se les ve tranquilos aunque no dudan que empresas como Televisa Guadalajara –a la que le rompieron unos vidirios durante la manifestación– presionará para que alguien pague los daños a sus instalaciones.
Bolsas con comida. Fruta, refrescos, agua, sandwiches. Sólo esperan los familiares que alguien de enfrente diga: “pueden pasar”.
Mientras, Sergio Jiménez muestra la última conversación que sostuvo por celular con su hijo Sergio Jiménez de Alba, de 21 años.
–Estoy bien, pregunta por gente que me conoce y di que hay cuatro desaparecidos–, según el texto del joven.
–No declares sin abogado–, contesta el padre.
–Si quieres duerme un rato. Yo estoy bien. Te quiero pá.
–Yo también.