A decir del subdirector de Servicio al Cliente y Cobranza, Miguel Gutiérrez Velázquez, con ambas instancias se han logrado acuerdos. Poco después que sentara precedente la jurisprudencia que obliga a todo edificio a realizar su pago por agua potable (abril de 2010), el Arzobispado y el organismo metropolitano iniciaron pláticas para acortar esta brecha.
“Tuvimos cuatro reuniones; se analizaron todas las cuentas con adeudo y (…) se han estado pagando”, expuso. Al menos 300 cuentas de la autoridad religiosa han sido saldadas y se han instalado medidores, pues antes no los tenían; quedan “dos o tres que faltan determinar”.
Pero los adeudos de la UdeG por concepto de agua potable son mayores. Pese a que el funcionario no ventiló el dato exacto (“por el momento no tengo el dato de a cuánto asciende la deuda”), sí reveló que el acercamiento con la casa de estudios busca aún que ese estatus se elimine.
En abril del año pasado, el titular del SIAPA, José Luis Hernández Amaya, refirió que el Arzobispado tenía un adeudo de siete millones y medio de pesos y que el monto a cubrir por parte de la UdeG era de 18 millones. Hoy la cifra no se aclara.
Lo que sí anticipó Miguel Gutiérrez es que la jurisprudencia “deja pendientes” los adeudos previos a abril de 2010. Sobre el pago de mensualidades después de esa fecha, “no han fluido todavía los pagos, pero sí se están otorgando las cantidades y lo que se busca es un convenio; se avanza bien y se está casi a punto de poder realizar un conveni”.
Al momento, dijo, no hay una fecha para que finalmente se liquide este adeudo. La intención es que se clarifique antes de que finalice la administración de Hernández Amaya, aunque auguró que podría estar listo para febrero del año entrante.
“No existe para nosotros un predio que no deba pagar el servicio de agua potable. Todos están obligados a pagar, y más ahora que empezamos el próximo año a cubrir la parte de saneamiento”.
Refirió que también hay otras instituciones públicas (no dejó en claro cuáles) que no han hecho pagos puntuales, y que seguramente no lo han hecho “por falta de presupuesto” o porque “a lo mejor su consumo fue superior a lo presupuestado”.
En contraste con las instituciones anteriores, el Gobierno del Estado comenzó con pagos adelantados: los predios de las secretarías de Administración y Educación están cubiertos por este año.
CRÓNICA
El agua roja que escupe el Rastro Municipal
Se llama Roberto García y tiene 37 años de edad. Él ha visto cómo, domingo a domingo, “desde hace como 15 años”, el Rastro Municipal de Guadalajara escupe agua roja: sangre a las cañerías. Desechos que son mandados a las calles. La carnicería tiene su bote de basura, “por lo menos dos veces a la semana”, en la Avenida López de Legazpi. Es martes, son las 06:00 de la mañana y esta historia terminará hedionda y con un reportero corrido: no hay espacio en la agenda del director del Rastro para que aclare cuál es el manejo de agua que tienen en la dependencia que, según la revista Proceso (23/Noviembre/2008), debe 80 millones de pesos al Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA).
En el Sur de la ciudad, el Rastro Municipal se despierta antes de que la gente se vaya a dormir. Cuentan los vecinos de la colonia Zona Industrial, segunda sección, que por las noches, antes de irse a la cama, empieza el lamento de los animales que son sacrificados para llenar las carnicerías a la mañana siguiente. El hombre de la puerta dos pregunta a dónde se dirige el reportero y cuando se le contesta “a la dirección”, el cancerbero cede. Si la llegada hubiera sido en camioneta, no hay problema.
En el patio de maniobras más de 200 reses están colgadas del techo. Hombres con la fortaleza de Hércules y la cara de indocumentado se echan al hombro el peso que más tarde un ganadero ganará en gramos/oro. Es muy fácil distinguir al dueño del negocio y al trabajador: el primero lleva un sombrero norteño (a pesar de que el Sol no ha salido), vaqueros y botas. Los trabajadores llevan bata de doctor encima de una sudadera y unas botas de plástico contra las tormentas. Quizá saben de las travesías por las que hay que cruzar: brincar charcos y charcos; a veces rojos, a veces oscuros.
Entre las reses destazadas están los gritos de más de 150 personas quienes, al tiempo que llenan las cajuelas de las camionetas pick up de carne, se beben un café o una canela con piloncillo, por nueve pesos.
Un hombre con un gafete rojo pide que guarde el teléfono. Insiste en que aquí no se pueden tomar fotografías “y si no vienes con nadie, hazme el paro y retírate”. Le digo que quiero esperar al director y me miente: “Él llega a las nueve de la mañana, si quieres, espéralo afuera”.
Voy de camino a la calle y un policía me dice: “Ahí está el director, ahorita está en una junta”. Y señala a un hombre de bigote amplio, mejillas hinchadas, el pelo cano, que en medio de una bola de empleados, los arenga: “Vamos a hacer lo posible para que tengan mejores condiciones. Tengo la fortuna de llevar una buena relación con el nuevo presidente municipal”.
Un hombre sale de la formación circular y le reclama: “Yo no dudo de sus palabras, pero aquí hay muchos compañeros que ayudamos en las campañas y no vemos claro. Anduvimos convenciendo gente, en los cruceros, con calcomanías. Y sabemos que el Rastro toda su vida ha sido priista, porque los panistas nos trajeron como quisieron. Échenos la mano”. Y el hombre que dijeron que era el director le tiende la mano y le dice que así será, asintiendo con la cabeza.
Es tiempo de irse, el empleado que me dijo que le hiciera el paro de retirarme ha vuelto. Tres horas después, el fotógrafo querrá ingresar a la dependencia pública, buscando al director, y le negarán el paso.
Y mientras la Dirección de Comunicación Social tapatía da el aval para una posible entrevista, los vecinos tendrán que seguir escuchando el coro de los cerdos por la noche y tendrán que oler, de manera irremediable, el agua roja del Rastro, sin saber siquiera si esa agua ya es pagada al SIAPA.
SABER MÁS
Morosos
En promedio, alrededor de cinco mil cuentas morosas son sancionadas con el corte del servicio al mes; la cifra no cambia demasiado: mientras unos cubren el adeudo, otros más se suman.
Los lotes baldíos también son otro dolor de cabeza para el SIAPA: de 65 mil cuentas en la metrópoli, 30 mil tienen deuda.
Los cortes al servicio se hacen prioritariamente en cuentas que gastan más y adeudan más. El SIAPA expone que buscan afectar lo mínimo posible a residencias de sectores populares.
El Informador