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Ciencia y Tecnología

Científicos del Instituto de Investigación del Acuario de la Bahía de Monterrey (MBARI, por sus siglas en inglés), en California (oeste de EE.UU.), lograron filmar a un ejemplar del misterioso 'diablo negro del mar', una especie de pez abisal conocida por el nombre científico Melanocetus johnsonii.

Según confirmó a BBC Mundo un portavoz del MBARI, los investigadores de la institución creen que esta es la primera que se ha conseguido grabar en su hábitat natural a este extraño y pequeño animal, que puede llegar a vivir a una profundidad de hasta 3.000 metros.

En este caso, el ejemplar captado es una hembra de nueve centímetros que se encontraba a unos 600 metros de profundidad en el cañón submarino de Monterrey, frente a la costa californiana.

Las imágenes fueron tomadas gracias a un vehículo operado de forma remota bautizado como Don Ricketts.

El 'diablo negro del mar' tiene una antena cuyo extremo superior se ilumina gracias a bacterias bioluminiscentes, lo que le ayuda a atraer a sus presas, que acaban atrapadas en sus temibles mandíbulas repletas de dientes afilados.

Las hembras pueden llegar a medir 20 centímetros mientras que el macho es diez veces más pequeño y no puede sobrevivir por sí solo, por lo que se acopla a sus compañeras como un parásito.

Para los que hayan visto la película "Buscando a Nemo" de Disney este pez les resultará familiar, ya que aparece en una escena tratando de comerse a los protagonistas de la cinta animada.

 

 

BBC

“Han quitado hasta las cestas con fruta”. Suenan tambores de guerra en Samsung y en algunas oficinas de Europa han retirado hasta las manzanas a disposición de los empleados, una herencia de una época de bonanza anterior o los planes imperiales de crecimiento.

El ejemplar mejor conservado del mundo es una hembra de 28.000 años hallada en Siberia con carne tan fresca que podría contener ADN intacto

El rompecabezas que es el declive generalizado de las abejas se complica aún más. La abeja europea (Apis mellifera) y el resto de insectos antófilos (que aman las flores) ya tenían que luchar contra el virus de las alas deformes, el hongo Nosema ceranae, el parásito Varroa destructor, sofisticados insecticidas como los neonicotinoides o el propio calentamiento global. Ahora, un estudio añade un enemigo más: la reducción de la diversidad de plantas y árboles florales provocada por la moderna agricultura.